TODOS SOMOS MOMENTOS


Aquella mañana del domingo 5 de octubre de 1902, una muchedumbre enfervorizada se había reunido en el viejo cementerio de Montmartre. Escuchaba en religioso silencio la palabra de un escritor, joven y ya famoso, a quien diecinueve años más tarde le sería concedido el Premio Nobel. Era Anatole France. Su voz cálida y suave al mismo tiempo dejaba resbalar lentamente las palabras en aquel silencio y frente a aquellos hombres que momentos antes habían visto cerrarse una tumba sobe el cadáver de uno de los novelistas mas famosos y discutidos de Francia.
- Envidiémosle - decía el autor de ‘Monsieur Bergeret á Paris’ - Su destino y su corazón le concedieron la mayor recompensa, fue un momento de la conciencia humana.
Aquel momento había sido Emile Zola.
Fernando Gutiérrez, prólogo a la novela “Nana” de Emile Zola
Émile Édouard Charles Antoine Zola
(París 2/4/1840 – ibídem 29/9/1902)
Retrato por Edouard Manet

Anatole François Thibault
(París 16/4/1844 – Saint-Cyr-sur-Loire 12/10/1924


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