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Mostrando entradas de mayo, 2019

MILONGA DEL SOLADADO POR JORGE LUIS BORGES

Lo he soñado en esta casa entre paredes y puertas. Dios les permite a los hombres soñar cosas que son ciertas. Lo he soñado mar afuera en unas islas glaciales. Que nos digan los demás la tumba y los hospitales. U na de tantas provincias del interior fue su tierra. (No conviene que se sepa que muere gente en la guerra.) Lo sacaron del cuartel, le pusieron en sus manos las armas y lo mandaron a morir con sus hermanos. Se obró con suma prudencia, se habló de un modo prolijo. Les entregaron a un tiempo el rifle y el crucifijo. Oyó los varios discursos de los vanos generales, que nos digan los demás la tumba y los hospitales. Oyó vivas y oyó mueras, oyó el clamor de la gente. Él sólo quería saber si era o no era valiente. Lo supo en aquel momento en que le entraba la herida. Se dijo: «no tuve miedo», cuando lo dejó la vida. Su mu

ROMANCE DE LAS TRES MANOLAS

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Granada, calle de Elvira, donde viven las manolas, las que se van a la Alhambra, las tres y las cuatro solas. Una vestida de verde, otra de malva, y la otra, un corselete escocés con cintas hasta la cola. Las que van delante, garzas la que va detrás, paloma, abren por las alamedas muselinas misteriosas. ¡Ay, qué oscura está la Alhambra! ¿Adónde irán las manolas mientras sufren en la umbría el surtidor y la rosa? ¿Qué galanes las esperan? ¿Bajo qué mirto reposan? ¿Qué manos roban perfumes a sus dos flores redondas? Nadie va con ellas, nadie; dos garzas y una paloma. Pero en el mundo hay galanes que se tapan con las hojas. La catedral ha dejado bronces que la brisa toma; El Genil duerme a sus bueyes y el Dauro a sus mariposas. La noche viene cargada con sus colinas de sombra; una enseña los zapatos entre volantes de blonda; la mayor abre sus ojos y la menor los entorna. ¿Quiénes serán aquellas tres de alto pecho y larga cola? ¿Por qué agitan

LA BALADA DE DOÑA RATA DE CONRADO NALÉ ROXLO

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Doña Rata salió de paseo por los prados que esmalta el estío; son sus ojos tan viejos, tan viejos que no puede encontrar el camino. Demendóle a una flor de los campos: -guíame hasta el lugar en que vivo. Más la flor no podía guiarla con los pies en la tierra cautivos. Sola va por los campos, perdida; ya la noche la envuelve en su frío, ya se moja su traje de lana con las gotas del fresco rocío. A las ranas que halló en una charca Doña Rata pregunta el camino, mas las ranas no saben que exista nada más que su canto y su limo. A buscarla salieron los gnomos, que los gnomos son buenos amigos. En la mano luciérnagas llevan para ver en la noche el camino. Doña Rata regresa trotando entre luces y barbas de lino. ¡Qué feliz dormirá cuando llegue a las pajas doradas del