“LOS JUEGOS PARTICULARES” DE NORBERTO MARTÍN (2015)
Elenco Luz y Sombra, Norberto Martín en el centro sonriente con corbata. |
Con su esposa Elvira Lamanna y Chalo Agnelli |
COMO PARA EMPEZAR
El Teatro,
el Arte Dramático, y toda la parafernalia que lo forma son la experiencia
creadora más completa de la cultura humana. Al Teatro se ingresa por todas las
puertas del arte. Parecería que las nueve musas alcanzaron un entendimiento y
se integraron en una gran representación, donde la Humanidad se dice, se
desviste, se ilumina, se acuchilla, se calza los zapatos del otro y se anima a
ser lo que no es ni será ni pudo ser nunca.
En estas
tres piezas de Norberto Martín se percibe esa amalgama. Tres obras que se
continuarán, seguramente, con las tres restantes que completan la serie el año
próximo.
Mucho se ha
publicado en Quilmes y de todo tipo de géneros, pero el dramático estaba
demorado. El 10 de marzo 1879 se estrenó en el Salón Municipal de Quilmes una
breve comedia, La pomada
blanca; en
la que actuó como primera actriz local, Carmen Lanatta de solo 15 años, el
autor era José Andrés López, un referente popular, autor de la miscelánea
Quilmes de antaño e Intendente, a quien podríamos considerar sin dudas el
primer dramaturgo quilmeño. Después de un impasse, con algunos casos aislados,
afortunadamente, hoy la dramaturgia en Quilmes está alcanzando el punto
necesario.
Norberto
Martín a los 82 años tiene tantas cosas para decirnos y nos lo dice como mejor
le cuadra, con tres libretos teatrales. En ellos expone sentimientos, ideas,
obsesiones, amores, odios, broncas, todo el transcurrir de una vida, la suya,
que le dio a Quilmes la perdurabilidad del género con su obcecada continuidad;
peleándola consecuentemente con cerril franqueza y generosidad en la disposición
de su propio tiempo, para que todos los que después de aquel 15 de abril de
1949, nacimiento del Luz y Sombra, sean llamados por las tablas, tengan un
espejo, un modelo, una proximidad al quehacer teatral: la dramaturgia, la
puesta en escena, la dirección actoral, la actuación, la representación
dramática con los avatares de la tragedia y de la comedia.
En el
último párrafo de “Como para tener en cuenta”, el autor nos da la
motivación de sus Tres piezas quilmígenas.
¿Qué vamos
a encontrar en Nosotros, ustedes y exentos también? el absurdo y la crueldad de
la vida, que se resume en una frase fina: “…no hay bien que sea pequeño,
pero el mayor mal, es el silencio.”
¿Qué vamos
a encontrar en El síndrome de Hamlet? la marginación y el olvido de los que
toman las decisiones; nos dice un personaje. “A los pobres, que también
somos hijos del Diosito, nos suele atender su siervo y representante, quien es
el pobre Cristo que no nos hizo ganar ni una... y ni siquiera nos dio la suerte
o la bendición, pay cambiar de andamio por otro más alto […] Pues sí,
nos ha dao resignación y alguna bronquita pay defendernos […] ¡Muy poquito,
pues!
¿Qué vamos
a encontrar en “En un antiguo atardecer de invierno”? esta reflexión: “[…]
Por viejos, supongo que podemos mirar hacia atrás y adivinar con poco margen
de error que ocurrirá mañana si se tienen en cuenta unas pocas observaciones de
la realidad, para lo que no necesitamos que nos aprueben o nos desaprueben,
certifiquen nuestras corazonadas o las prohíban. […] ¡Como a Galileo,
nos pueden obligar a renunciar a lo que llaman chocheras, pero no podrán
modificar aquello que se piensa, pero que primero se siente aquí! (Se toca
el pecho.) Una razón cualquiera se puede cambiar por otra mejor o por otros
intereses. Lo que se siente no hay razón que lo pueda cambiar, si no es otro
sentimiento más profundo […]”
Lo demás lo encontrará el lector en las voces de los actores, a los que dio cuerpo y alma.
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