por Silvia Simonetti Visión I Tuve una visión triste pero blanda: camino sobre un piso que no repica mis pasos, vale aclarar que la visión es de esas que se repiten, que vuelven y vuelven. Él sentado con los brazos potentes apoyados sobre la mesa de fórmica, parece que se ha vuelto más pequeño, más vulnerable, más blanquecino. Son las diez de la noche, vengo de trabajar y paso a buscar a mis hijos que ya duermen. -¿Te pasa algo viejo? -No, nada, tengo un hijo en la guerra, una hija recién separada, me echaron del trabajo y mi vieja se está muriendo, fuera de eso no me pasa nada. Visión II La visión I se multiplica y enfoca a un pasillo, cuarenta metros desde la calle hasta la modesta prefabricada, él camina por el rasposo pasillo de cemento mal alisado agarrándose de las paredes. La noche anterior me había comentado que estaban echando gente de Masuh, la de la deuda privada, estatizada por el Mingo, esa, había sido el último entrar o sea que… No me ...