"MADRE MILAGRO" DE M. A. ESPINDOLA (COLABORACIÓN)
Durante mi niñez en la escuela a la que asistía, los docentes
realizaban siempre un acto previo al día de la madre y alguna maestra o
el vicedirector un hombre firme, pero afable solían leer alguna poesía o
simplemente expresar con palabras sencillas, la importancia de las
madres en nuestras vidas. Una que otra madre terminaba indefectiblemente
emocionándose y derramando alguna lágrima que como avergonzadas,
trataban de secarla rápidamente con el pañuelo.
Las maestras en las aulas, nos leían relatos o poesías e indefectiblemente la de música, nos hacía cantar canciones alusivas al día de la madre.
Recordándolas a la distancia, las considero quizá injustamente, un tanto sensibleras (aclaro que soy una persona sensible y de llorar cuando se emociona), pero tengo para decir, que grabaron en mi mente de niño, una consideración casi reverencial hacia la figura materna.
Las maestras en las aulas, nos leían relatos o poesías e indefectiblemente la de música, nos hacía cantar canciones alusivas al día de la madre.
Recordándolas a la distancia, las considero quizá injustamente, un tanto sensibleras (aclaro que soy una persona sensible y de llorar cuando se emociona), pero tengo para decir, que grabaron en mi mente de niño, una consideración casi reverencial hacia la figura materna.
Amé a mi
madre como la mayoría de los niños, pero con el paso de los años y a
medida que mi madre envejecía, mi amor hacia ella se fue profundizando y
mis consideraciones y paciencias para con ella se acentuaron y en un
almuerzo a solas con ella, que no olvidaré jamás, me confesó que se
sentía hija mía, por los cuidados y la paciencia que le prodigaba. El
paso de los años - en la
consideración de mi madre - me transformó de hijo
en padre y es el mejor recuerdo que tengo cuando me acuerdo de ella,
especialmente en los llamados “Día de la Madre”.Hoy, ya viejo, con 68 años, al escuchar esta mañana que a Milagro, la secuestraron descalza y en pijama para luego de golpearla y someterla a vejámenes propios de cobardes encerrarla nuevamente en la cárcel del Alto Comedero en Jujuy, sentí que estaban vejando a mi madre, que la estaban secuestrando, como en los años de plomo de la dictadura eclesiástico cívico-militar y quiero confesar que una mezcla indefinida de indignación, rabia e impotencia, invadió mi espíritu y nubló mi entendimiento.
Estos tipos han sacado de mis entrañas, sentimientos que desconocía, pero en la lucha interior que he entablado cuando escuché la noticia, la supremacía de la racionalidad se impuso y creo que se trata de un acto deliberado para producir en nosotros (el pueblo) exactamente eso y que distraigamos nuestro empeño, nuestra dedicación y de esa manera restemos eficacia a la tarea de la hora: derrotarlos en la urnas el 22 del mes en curso.
Quieren que nuestra charla cotidiana no trate la situación económica, el tarifazo que se viene, la flexibilización laboral que pretende retrotraernos en el tiempo cercenando los derechos que tanto nos ha costado conquistar como sociedad. Eso y mucho mas quieren y no tienen escrúpulos de ninguna naturaleza ni moral ni ética ni política ni filosófica.
Se equivocan. Este pueblo, el argentino (del que soy parte integrante) se sacudió antes que ningún otro, el yugo que las distintas dictaduras le impusieron a lo largo de su historia. Los españoles por ejemplo, soportaron durante 39 años a Franco.
Este pueblo digno y altivo, golpeado, con heridas, con hambrientos y desaparecidos, un 30 de marzo salió a las calles a enfrentar palmo a palmo a la mas sangrienta dictadura, que desesperada y perdida, tomó Las Malvinas en un vano intento de subsistir.
Este pueblo parió a Las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, que acorraladas por la desesperación, dieron nacimiento a las organizaciones mas extraordinarias de que se tenga memoria, venerada, admirada y respetada por propios y ajenos.
Este pueblo, el argentino (del que orgullosamente formo parte), podrá estar indignado y sentirse impotente, pero les aseguro que no será por demasiado tiempo, porque en sus entrañas yace el espíritu siempre renovado de la libertad.
Milagro, madre, estamos contigo. No olvidamos tu obra, tu empeño por dignificar la vida de los mas vulnerables y quiero que tengas presente que tenemos claridad acerca de la importancia de tu resistencia.
Quiero que sepas que una parte muy importante de la población, en el día de LA MADRE, está a tu lado y de tu lado y que no cejará jamás su empeño en devolverte la libertad para que sigas construyendo patria.
Te encerraron porque nadie como vos podía ofrecer la resistencia a la entrega de la reserva de litio que tiene la región. Nadie como vos podía organizar al movimiento indigenista y oponerlo a los planes de entrega de nuestras riquezas al imperio.
Te pido madre Milagros en este día, que resistas, que no te entregues, que tu dignidad jamás puesta en cuestionamiento, constituya nuestro aliento y nuestra fuerza al mismo tiempo.
En el día de LA MADRE, ojalá puedan todas, reunirse con sus hijos queridos y juntos festejar reflexionando sobre la importancia de los vínculos afectivos, de la vida y ojala seamos muchos los que al tenerte presente en nuestra consideración, exijamos tu libertad madre, querida madre MILAGRO.
Miguel Ángel Espínola
Gentileza Raquel Gail
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