PASÓ EN MI BARRIO... “¡SON MENTIRAS, NO LE CREAN...!” (COLABORACIÓN)
Volvemos a recorrer las pintorescas páginas de un pueblo que ya no existe escritas por eso extraordinario vecino, artista plástico, escritor, militante de la cultura, 'Vecino Ilustre', don Héctor Acosta.
Estas LETRAS DEL QUILMERO, ya publicaron antes trabajos suyos: "Milagro en Bernal" del 23 de setiembre de 2012; "Keko el verdulero", del 24 de setiembre de ese mismo años; "Utopía" del 25 de setiembre también de 2012 y "El Incendio" del 24 de noviembre de este año. Y ahora:
“¡SON MENTIRAS, NO LE CREAN..."
Por Héctor Acosta
Cierta tarde de un mes que no recuerdo,
por los finales de la década del cuarenta, años de enconados antagonismos entre
“correligionarios” y “compañeros”. A los primeros pertenecían Esteban Tornero y
Eduardo Pardo...
- Eduardo, tenemos que ir a La Cañada, hay un correligionario en la mala y le vamos a llevar ayuda.
- Eduardo, tenemos que ir a La Cañada, hay un correligionario en la mala y le vamos a llevar ayuda.
En efecto, ese mismo atardecer y luego de
comprar, de sus propios
bolsillos, en el almacén
Orduna de 9 de Julio y Belgrano, un cartón de cigarrillos Gavilán negros y varios comestibles,
haciendo un paquete dentro del cual introdujeron con el mayor decoro unos
pesos, rumbearon hacia la lejana y desolada Cañada de Bernal Oeste, cruzando
el “camino carretero” (Calchaquí). A
patacón por cuadra no más. No los arredraba la distancia ni la inminencia de la
noche.
Golpearon las manos en un aislado
ranchito circundado por un salvaje cerco de tunas y fueron recibidos por una
jauría de perros levantiscos.
- ¡Juíra
perro...pasen...pasen... el Afilio está algo clueco! - En afable cordialidad
transcurrió la visita. Entre amargos y pitadas el hombre les contó sus cuitas.
Lo reconfortaron con palabras de aliento y con el paquete que fue bien recibido.
- Ponete
bien hermano...
- Gracias
correligionarios.
Los acompañó hasta la tranquera la
agradecida esposa que espantaba a los servilletazos a algún perro remiso.
Volvieron saltando charcos y embarrados
hasta los tobillos. Ya noche cerrada, venían los dos, cavilando y taciturnos
cuando Pardo, deteniéndose en medio de la cañada bravía, le pregunta a Tomero:
- Esteban,
¿vos viste lo que yo vi?
- Sí
Eduardo, las fotos de Perón y Evita...
El “correligionario” aquel les había
resultado “compañero”. Se me hace que sus risas aún resuenan en aquellos
parajes. Perdonaron. Más que perdonar comprendieron... ‘a veces la vida te
obliga’ - habrán pensado indulgentes - y volvieron sin encono y con el mismo
afecto.
Esto, que me fue referido por el mismo
Eduardo Pardo, me lo confirmó posteriormente Esteban Tornero en un viaje hacia
la Capital Federal en tren. En ese corto viaje, el viejo político me dijo en
tono de confesión: “cuánto tiempo perdimos peleando entre nosotros, cuando el enemigo era
otro…”
A los años de esto, yo como artista, tuve
la fortuna de pintar un retrato colectivo, que se encuentra en La Moreno en el
que están precisamente Tomero y Pardo. Quizás haya sido ésta una forma de
resarcir la inconducta de aquel “compañero” Atilio de La Cañada, que otro de
su misma idea les hiciera el merecido homenaje a esos adversarios políticos.Días pasados, alguien me informo que Eduardo Pardo había muerto. Me quedé pensativo y le conteste:
- SON MENTIRAS, NO LE CREAN a esa mala noticia. Hombres como Eduardo Pardo, arquetipo de la bondad humana nunca mueren y siempre vivirán en lo mucho que enseñaron. Que en cada una de las pinceladas de los que alguna vez tuvimos la fortuna de de ser sus alumnos seguirá palpitando el alma grande y buena del viejo maestro. OTOÑO DE 2006
Héctor Acosta
Para el periódico BENALes, 2 de setiembre de 2006
Compilación Ch. Agnelli
Comentarios
Publicar un comentario