“EL MOMENTO DE DECIR BASTA” POR AIDA BORTNIK
Por Aída Bortnik A todos los viejos jubilados, abandonados, desabastecidos… 6:30 - Lo despertó la sirena. Bueno, no es una sirena, es como un aullido eso que tienen ahora los autos de la policía. Y ya que la persiana estaba levantada (porque después de la cuarta vez que envió a arreglar ese despertador que le trajo el idiota de Guille de Miami, decidió que si e l sol les bastaba a los campesinos, también podía bastarle a él), se asomó un poco, con el airé alerta de los que han visto demasiado cine como para sacar el cuerpo por la ventana cuando oyen a la policía. Entraban a la casa de arriba de la farmacia, pero allí viven los viej os ¿quién va a asaltar esa casa si todo el barrio sabe que están muertos de hambre? No había luz, pero ni siquiera perdió tiempo en irritarse por eso, el problema era que otra vez se había olvidado de comprar hojitas para la máquina. Naturalmente se cortó, aunque nada más que tres veces. Podía haber sido peor. Mientras lo calentaba, s...