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Mostrando entradas de octubre, 2016

UNA FUERTE LLUVIA VA A CAER

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Bob Dylan (1941) Oh, ¿dónde has estado mi hijo triste de los ojos azules? Oh, ¿dónde has estado, querido mío? He tropezado en las laderas de doce montañas brumosas, he caminado y me he arrastrado por seis autopistas convulsionadas, he nadado de parranda en medio de siete bosques melancólicos, he estado frente a una docena de océanos muertos, he estado diez mil millas dentro de la boca de una tumba; y es una fuerte, fuerte, fuerte, y es una fuerte lluvia la que va a caer. Oh, ¿qué viste mi hijo triste de los ojos azules? Oh, ¿qué viste, mi pequeño querido? Vi a un recién nacido rodeado de lobos salvajes; vi una autopista de diamantes en la que no había nadie; vi una rama negra con sangre que seguía chorreando; vi un cuarto lleno de hombres con martillos ensangrentados; vi una escalera blanca cubierta por el agua; vi a diez mil charlatanes con las lenguas todas rotas; vi revólveres y filosas espadas en manos de los pequeños

A LOS 350 AÑOS, OTRA PÁGINA PARA EL RECUERDO POR BLANCA COTTA

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Otra página de Blanca Cotta [1] que festeja los 350 años de esta ciudad y partido. El eco de la anterior sobre Curtis y la Escuela Normal me mueve a transcribir esta, todas con un estilo tan fresco, sin ampulosidades, jocosa y en este caso sobe un pasado sin golpes bajos. Corresponde a la revista que publicó en el 2000 el Consejo Municipal de Turismo, [2] que tan buena obra realizó por aquellos años.   “EL RECUERDO ES EL ÚNICO PARAÍSO DEL CUAL NO PODEMOS SER EXPULSADOS…” Por Blanca Cotta Alguna vez dije que amo a Quilmes... ¡Incluidas sus veredas desparejas y sus "lomos de burro"! Como se ama a un ser querido de verdad, más allá de la razón y más allá del tiempo. Vinimos a vivir a esta ciudad allá por 1932, cuando mi padre, Juan Manuel Cotta fue trasladado de La Pampa para asumir la Dirección de la escuela Normal. En Quilmes transcurrió toda mi infancia y adolescencia. ¿Cómo no seguir amando sus calles, sus árboles, su cielo, aquella plaza principal (la Sa

LA PATAGONIA Y EL SABER DEL GAUCHO, PÁGINAS DE HUDSON

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EL SABER DEL GAUCHO "Los campesinos de Sudamérica creen que la lechosa exudación del sapo posée maravillosas propiedades medicinales. Es su único remedio contra el herpes, dolorosa y aún peligrosa enfermedad que los aqueja con frecuencia y para cuya curación aplican un sapo vivo sobre la parte afectada. Me atrevo a asegurar que los médicos que lean esto han de sonreir al enterarse de semejante procedimiento, pero, si no me equivoco, los doctos de pasados tiempos han reído a su vez ante el empleo de otros específicos utilizados por el vulgo, que hoy en día ocupan honoríficos lugares en la farmacopea, la pepsina, por ejemplo. Hace mas de dos siglos, lo que en Sudamérica signifi­ca mucho tiempo, los gauchos tenian la costumbre de se­car y pulverizar la membrana que cubre el estómago del avestruz, para curar la mala digestión. Ese remedio goza todavía de popularidad. La ciencia. se ha puesto de parte de los gauchos y, actualmente, el boleador de avestruces obtiene doble gananci

A LOS 104 AÑOS DE LA ESCUELA NORMAL – A LA CAZA DE RECUERDOS POR BLANCA COTTA

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¡Quién no recuerda las notas gastronómicas amenizadas con misceláneas que la señora Blanca Cotta brindaba en la revista de Clarín de los domingos! En muchas de ellas SU Quilmes estaba presente, su infancia, sus amigos y entre todo sobresalía SU, nuestra, Escuela Normal Nacional Mixta de Quilmes, hoy Instituto Superior de Formación Docente N° 104. Donde Blanca estudió y su padre Juan Manuel Cotta [1] fue el segundo director durante largo tiempo dejando un rasgo indeleble. Este año ‘la Normal” cumple 104 años y su primera promoción un Centenario. Por estas fechas a los ‘normalistas’ nos vale homenajear estas fechas con algunas páginas invalorables.     DE AQUÍ, DE ALLÁ Y DE MI ABUELA TAMBIÉN Por la señora Blanca Cotta, octubre de 1991. Mi cueva de trabajo se enriqueció de golpe: he colgado un comboloi (si usted es griego me entenderá...) [2] junto a las fotos de los seres que amo... en una cajita de cristal que me regaló Cachita Redondo he encerrado un puñadito de tierra