LA CACERÍA DEL SUEÑO SIN SOÑADOR
A Hugo Yori
Era un Sueño
olvidado en el rincón donde esperan los sueños.
Era un Sueño
redondo, jugoso y tibio.
Tenía grandes
aspiraciones.
Se imaginaba
brotando en la cabeza de un sabio, de una niña novia o de un goleador certero.
Creciendo para afuera en una vacuna contra todos los dolores, en amor para
siempre, en la copa de un campeonato mundial, en medalla de oro de las últimas
Olimpíadas.
Pero el tiempo
pasaba y nadie lo ocupaba, nadie se ponía a soñar a nuestro Sueño amigo.
Hasta que un día,
muy triste, una lágrima menuda se abrió paso
por su ojo izquierdo, le recorrió la cara y cuando llegó a la comisura de sus
labios el Sueño pensó que en ese olvido arrinconado, sólo se estaba poniendo
cada vez más y más gordo y resolvió salir de cacería.
En una plaza amarilla
de yingos bilobas de junio, se encontró con un hombre apresurado. Estaba
sentado en un banco. Descansaba apurado de su apuro incontenible. El hombre
cabeceaba cansado, pero estaba tan apurado que no permitía que se le colara
ningún sueño para no perder tiempo con sueños estúpidos. Entonces
nuestro Sueño amigo se marchó desconcertado.
Desplazándose por
una vereda vio a través de una ventana una joven siesteando e intentó
filtrársele sigiloso, pero una Pesadilla Espantosa lo espantó de un zarpazo.
Más allá, a través
de una puerta vio sentada en la cocina a una mujer tomando mate. Tenía los ojos
hinchados, radiado por venas filosas y ojeras
oscuras. Nuestro Sueño amable pensó que esa mujer debía necesitar un buen sueño
y se dispuso a realizar su cometido, pero la mujer gritó:
-
¡No! Tengo que permanecer
despierta para vigilar cuando llega mi amado... ese que se fue un buen día
¡Malvado!... tengo que esperarlo despierta sin que me distraigan los
sueños.¡Despierta, despierta, muy despierta! ¡Ja, ja, ja, ja!
Retrocedió el Sueño
sospechando ciertas tormentas en la cabeza de la señora y escapó al vuelo de
esa cocina.
Muchas otras
situaciones defraudaron al Sueño olvidado que resolvió salir de cacería.
Ya harto y cansado
de recorrer el mundo, vio en una oficina, a un señor con aspecto de tránsfuga
que tramaba trampear a unas ancianas prometiéndoles que les multiplicaría las
hambrientas jubilaciones invirtiéndolas en sueños maravillosos.
Conmovido resolvió despertar - ¡Qué ironía!
- a las ancianas del engaño que les
estaba provocando ese malandrín. Averiguó en los archivos de la Edad de la
Segunda Inocencia sus direcciones y una a una las fue visitando esa noche,
cuando dormían, y se hizo Sueño Revelador.
Al otro día, se sintió el Robin Hood de los
sueños, el Batman, el Superman, el Espartaco el Subcomandante Marcos liberador
de las pesadillas cotidianas.
Cuando las señoras despertaron, veloces como
cuando adolescentes, corrieron a encontrarse a
las puertas del Banco “El Crédito Posible” y se contaron lo soñado.
Juntas caminaron hasta la comisaría y poco
después recuperaron los ahorros. Al estafador lo depositaron sin intereses en
un calabozo, donde el Sueño Solidario le mandó para sus siestas a la Pesadilla
Espantosa.
Así
fue como el Sueño encontró su Destino. Se hizo Sueño Salvador y anda contento
por las cabezas de las gentes despabilando de engaños y trapisondas.
Chalo Agnelli,
1994
Publicado en la
revista “El Buscador”
Setiembre 2004
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