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Mostrando entradas de abril, 2014

EL DISCURSO COMPLETO DE GABO EN 1982, DURANTE LA ACEPTACIÓN DEL NOBEL DE LITERATURA

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Antonio Pigafetta, un navegante florentino que acompañó a Magallanes en el primer viaje alrededor del mundo, escribió a su paso por nuestra América meridional una crónica rigurosa que sin embargo parece una aventura de la imaginación. Contó que había visto cerdos con el ombligo en el lomo, y unos pájaros sin patas cuyas hembras empollaban en las espaldas del macho, y otros como alcatraces sin lengua cuyos picos parecían una cuchara. Contó que había visto un engendro animal con cabeza y orejas de mula, cuerpo de camello, patas de ciervo y relincho de caballo. Contó que al primer nativo que encontraron en la Patagonia le pusieron enfrente un espejo, y que aquel gigante enardecido perdió el uso de la razón por el pavor de su propia imagen. Este libro breve y fascinante, en el cual ya se vislumbran los gérmenes de nuestras novelas de hoy, no es ni mucho menos el testimonios más asombroso de nuestra realidad de aquellos tiempos. Los Cronistas de Indias nos legaron otros incont

TRIBUTO A GABO - LOS LIBROS DICEN DEL HOMBRE QUE LOS ESCRIBE Y DE QUIEN LOS LEE

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¡Qué maravilla! Cuando tanto se repite que ya no se lee, sin embargo, cuando muere una hombre de los que escribe - ‘de los que Escribe’ - todos los medios de comunicación, desde los de papel, los electrónicos, radio y televisión, hasta en el almacén y la panadería, se comenta sobre este hombre – `este Hombre` -. Quizá un gran porcentaje de los que habla sobre esta muerte no lo leyeron, pero también una muerte es motivación a la Lectura.     “… cuando volví a este pueblo olvidado tratando de recomponer con tantas astillas dispersas el espejo roto de la memoria.” Crónica de una muerte anunciada ” Gabriel García Márquez.   “… y la dejó dos veces desnuda en su cuerpo magnífico de recién nacida. Ella le preguntó con el alma hecha trizas si de veras la amaba, y él le contestó con la misma frase ritual que a lo largo de su vida había ido regando sin piedad en tantos corazones: - Más que a nadie jamás en este mundo” “ El general en su laberinto ” Gabriel García Márquez

TRES RELATOS SENCILLOS PARA LEER EN VOZ ALTA (DE NIDIA PRESSÓN)

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HERMANOS E ra muy tarde, el barrio en silencio, una noche muy clara donde la luna dejaba ver hasta el más ínfimo detalle... La vida los colocó frente a frente, así de golpe. Tanto uno como el otro tuvo tiempo para pensar, por eso no hubo reacción inmediata de ninguno. A pesar de los veinte años transcurridos poco habían cambiado físicamente. Uno muy alto y robusto, tenía menos pelo; el otro estaba canoso. Ambos poseían un rostro tan parecido que en las fotografías eran fáciles de confundir... Los dos recordaron la escena que los alejó. Fue esa noche, la que sus mujeres discutieron. Ellos se involucraron y esa sangre caliente que corría por sus venas hizo que se dijeran cosas terribles. El irse fue casi una huida. Los dos estaban indignados y con un rencor que mantuvo la distancia. Pese a que vivían a pocos kilómetros nunca se habían encontrado. Poco a poco fueron perdiendo todo, hasta las mujeres por las que discutieron. Ahora ¿Por qué se e

LA TÍA CAROLA ... DE MABEL ENRIQUEZ

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- I - He pensado muchas formas de empezar este relato y recurrentemente aparecían en mi cabeza, los pies de tía Carola. Me parece impropio comenzar la historia de una vida maravillosa y ejemplar por los pies, pero la insistencia de esta imagen casi fotográfica en mi mente, no me dejó alternativa. Y en este mismo momento, los estoy viendo, regordetes, con los tobillos hinchados, de piel un poco rojiza y lustrosa y en unos zapatos negros, clásicos, de taco algo fino mas ó menos de cinco centímetros. Cuando llegábamos a su casa de la calle Brown y venía a recibirnos, producía un sonido especial con sus pasos titubeantes. Lo primero que veía a través de los visillos de la puerta cancel, eran sus pies, pedestal de un cuerpo redondeado. Sus brazos, al igual que sus piernas, como envasados en una piel de seda, que la cubría a toda ella. Cabellos dorados (teñidos) una mirada que era un torrente de bondad y una nariz recta y pronunciada. Hoy no puedo precisar que edad realment

LAS COSAS PEQUEÑAS... Juan Luis Gallardo

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Celebro la grandeza de las cosas pequeñas, de las cosas triviales, sencillas, hogareñas. Quisiera que este verso fuera un canto de gesta que exalte las hazañas de la gente modesta. Quisiera que este verso fuera un himno discreto que exalte al hombre medio, responsable y concreto. Quisiera que este verso resulte una balada que exalte al hombre honrado y a la mujer honrada. Celebro la batalla de apariencia anodina que se libra en los campos de la diaria rutina. Celebro a tanta gente que empieza la jornada levantándose alegre en plena madrugada. Celebro ese gobierno que ejercen las mujeres y que los formularios definen: sus quehaceres. Gobierno que se inicia cuando encienden puntuales en sus casas dormidas los fuegos matinales. Celebro los aromas que inundan la cocina: celebro la fragancia del café y de la harina. Celebro cada gesto, celebro cada frase, preparando los hijos cuando salen a clase: que ajustar la corbata, que observar los detalles, recomendar cui

POR LAS VEREDAS DE BERNAL Y OTROS SENDEROS… DE MABEL ENRÍQUEZ (COLABORACIÓN)

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  En mi vereda había solamente tres casas en toda la cuadra: la de Nelly, la del gallego Blanco y la nuestra; el resto eran baldíos, con cercos de alambre tejido, con enredaderas de campanillas y madreselvas. Las veredas de tierra, bordeadas con yuyos; para mí, con mis casi cinco años, eran un jardín silvestre, con tréboles con sus flores, unos pomponcitos blancos, los plumerillos y unas pequeñas margaritas, que mi mamá decía señalándomelas ¡cuidado con los bichos colorados! La calle, de tierra, estaba como 50 ó 60 cms. más baja que las veredas y tenía huellas más ó menos profundas que dejaban los carros. En cada esquina, atravesando la calle, unos enormes adoquines, nos permitían cruzar cuando llovía y era todo barro. Los aromas, sabores y sonidos de la naturaleza se disfrutaban a pleno. La tierra mojada; aroma inolvidable y hoy casi desconocido, también el olor del pasto recién cortado y hablando de sabores, cómo saboreábamos el juguito de las madreselvas y de algunos pastit