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Mostrando entradas de noviembre, 2014

" EL CALLEJÓN" DE JUAN J. CORNAGLIA

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En EL QUILMERO EN LA GOYENA se publicó recientemente [1] una nota referente a la obra del escritor quilmero don Juan J. Cornaglia, con la colección de libros de este autor que posee la Biblioteca Popular Pedro Goyena . Este relato se halla en el Número Extraordinario del diario El Sol de noviembre de 1947. Cornaglia era un asiduo colaborador de los medios locales . La historia, como toda la obra de este autor, contiene numerosos criollismos, propios del habitante de la llanura bonaerense: “ hablando zonceras” ; “De porra me trenzaría con las bochas”…;  “En cuanto sosiegue el agua…” ; que de todas maneras no ameritan que se catalogue como literatura gauchesca la obra de Cornaglia, pues no se puede establecer un paralelo entre el gaucho propiamente dicho y el peón de campo. Otras son las esencias, los orígenes y los objetivos de cada uno de esos nobles sujetos de nuestra pampa bonaerense. Sí se puede vislumbrar en la construcción sintáctica la parquedad que les es propia a ambos.

“EL SUEÑO DEL PIBE” CUENTO DE MARÍA CLARA DAL MOLÍN

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Cuando entró con la bicicleta por el corredor del conventillo ya lo sabía medio mundo. El Dany era popular, querido, era un poco el pibe de todas las piezas. Por eso la carta - que había traído otro como él - había pasado con el emblema de la Academia de mano en mano: de la vieja a la Sonia, de la Sonia al Pato, del Pato al hijo de los Torres y del hijos de los Torres a don José, que vivía sentado en el patio y, entonces ahí, aunque la carta no hubiera sido abierta, la noticia se había desparramado por todo el convento; lo habían llamado al Dany, iban a probarlo en Racing. -¡Te llamaron, Negrito, te llamaron! Siguieron las palmadas, los abrazos, los chiflidos y el llevarlo en andas hasta la puerta de la pieza donde ya la familia sabía y se podía entrever una sonrisa en las caras asomadas de los vecinos. -Te felicito - dijo la madre. Sacó de una silla un montón de ropa que le habían traído para lavar, se secó las manos en el delantal y le dijo: - Vení, Dany

“EL SILENCIO, LARGO, MUY LARGO, QUE HUBO DESPUÉS” - UN CUENTO DE HUGO MURNO

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A la memoria de Jorge Backmas y Julio A. Rivello Lentamente fue pasando ante mí el cortejo fúnebre. Primero la carroza, con el ataúd, tirada por aquellos cuatro enormes caballos negros, con el cochero y el lacayo sentados allá arriba, enfundados en sus negras vestimentas y sus altas galeras, tipo sombreros de copa, iguales a las de los otros empleados de la funeraria que iban parados en los pescantes traseros de los incontables carruajes portacoronas y, también, los otros, los que iban conduciendo, en los pequeños coches, estilo calesas, con los deudos, familiares y amigos sentados en su interior .Despacio, cansinamente y silencioso hizo su paso y se alejó por la calle principal, inusitadamente llena de gente a esa hora de la tarde en un día de trabajo y de pleno verano, preelectoral.   Incomprensible, era todo lo que veía con mis ojillos curiosos que se escapaban de sus órbitas tras todos los movimientos. Y el asombro y la curiosidad y la incredulidad mía, eran comunes a