"UTOPIA" RELATO DE HÉCTOR ACOSTA
Pasó en mi barrio...
Héctor Acosta
La prevista convocatoria elecciones para elegir autoridades
del “Círculo Literario de Bernal” alteró el somnoliento ritmo en el que el
ambiente vegetaba. Perennes intereses y sordas rencillas se irían a dirimir en
el acto estatutario.
Presuroso declaro mi total incapacidad para explicar las
mañas y argucias a las que los contendientes recurrirían para imponer el
criterio que sustentase las respectivas candidaturas. Un alentador viento de
imaginación agilizó las anquilosadas mentes. La creatividad, esa exigua
característica local, fue incentivada por la importancia del acontecimiento que
cíclicamente se repetía cada cuatro años y que daba a los ganadores de la
incruenta contienda un lustre social que con creces recompensaría los esfuerzos
que la fatigosa campaña electoral les demandaría.
No hubo abstenciones de ningún tipo. Absolutamente todos
estaban enredados en alguna maquinación de pretensiones exactamente un escalón
arriba de sus reales capacidades. El doctor Ramondi (entre nosotros, mediocre
poeta) aspiraba a su tercera reelección consecutiva. El contador Arestizábal,
cabeza visible de la anterior oposición, se pasó olímpicamente al bando
oficialista del susodicho Ramondi y el tinterillo Pérez Castro urdió sus
tramoyas en pos del codiciado puesto de tesorero.
Furiosos relámpagos de, odios y artificios de promesas encendían
los apacibles cielos bernalenses. Las candidaturas se escindían o aglutinaban al
cambiante juego de las posibilidades. Todos sospechaban de todos en un
resquemor colectivo dictado por la propia inconducta. Las promesas varaban
desde los atendibles derechos de autor hasta los indecorosos descuentos en las
librerías (3 % exhibiendo la última cuota al día).
El momento de la verdad, domingo a las 18 horas, en el local
de la Sociedad de Fomento, que esta institución arrendaba módicamente a los
intelectuales, consistió en el acto de abrir la única urna y que dejó
consternados a todos los allí presentes. La lista ganadora, por el inusitado 80
% de los sufragios emitidos, fue la hasta ese momento anodina agrupación “Unión
y Benevolencia”, presidida por el oscuro prosista Francisco Cacamucazzo, de
obra inédita y discutible alfabetización.
El doctor Ramondi estaba estupefacto. El había considerado
invencible la originalidad de la carta, que por correo había hecho llegar a los
sufragantes a sus domicilios, con el membrete de la Institución grabado en
dorado y un saludo manuscrito en tinta azul que, emotivo, remataba las
propuestas y que decía: “les hago llegar
mi afectuoso saludo con un fuerte abrazo sobre mi corazón”.
Muchos dudaron que fuera el mismo doctor Ramondi que a las
tardes, veían pasar arrogante, con cierto elegante desdén, ayudado por su
bastón con mago de plata, por el andén oeste de la estación de Bernal.
Pero remitámonos a la propuesta del triunfante Cacamucazzo.
¿Por qué tamaña sorpresa? Fue debido a que el éxito de a lista triunfadora se
basó en su breve y tentadora plataforma electoral. Previamente, para comprender
en toda su amplitud dicha propuesta, debemos explicar el deplorable estado
cultural de la zona, estragado por la desidia y el abusivo uso del televisor.
Enunciado esto y con la inestimable colaboración de vuestra
imaginación, estamos, ya sí, en disposición favorable de comprender la promesa
en toda su alentadora dimensión. El advenedizo prosista Cacamucazzo juramentó,
volantes mediante, que de triunfar su lista lucharía hasta concretar, en el
período de su mandato, el logro de tener por cada escritor un lector.
Reconozcamos que dicha solemne quimera justificaba el 80 %.
- Ingenuidad la de ustedes en creer algo tan fantástico. Es
demasiado. No lo va a poder cumplir. En el “Círculo Literario” somos en total
quince socios. ¡Quién puede creer, honestamente, que en todo Bernal se pueda
llegar a la fantástica cantidad de quince lectores...! - mascullaba amargado el
doctor Ramondi, que encarando a un contertulio de su cofradía airado le
inquirió.
- ¡Y usted debe ser uno de esos incautos... dígame! ¿Por qué
lo votó?
- ... Y... ocurre que a mí me seducen las utopías.
P/D- Francisco Cacamucazzo renunció, insólitamente, a los tres
días de asumir el cargo. Alegó que su postulación como candidato fue para saber
si poseía dotes en “el arte de la persuasión”. Comprobado lo cual se pasó olímpicamente
de literato a publicista.
Precoz intuición la suya al prever que los destinos de la
humanidad quedarían en manos de los publicistas. Desde que papel higiénico
usar hasta el maquillaje conveniente a un candidato presencial.
Por mi parte, debo confesar que hoy, treinta años después,
puedo atestiguar que Cacamucazzo era un visionario.
Por Héctor Acosta
del periódico “Bernales”
de Norberto
Giallombardo
abril 2012
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