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Mostrando entradas de febrero, 2012

ATMÓSFERA

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Te estás desvaneciendo, te volvés delgado y transparente. Tenés los brazos al costado del cuerpo y ya comienzan a desdibujarse los dedos. La forma de tu cara pierde identidad, los ojos y la boca también ya se están yendo. Espero que no intentes caminar, tu cuerpo tan etéreo no soportaría la inercia quedaría más atrás que las piernas formando un ángulo imposible. Tampoco hables, no tendrás voz, sólo un susurro sibilante, deformado por las dos dimensiones que te están poseyendo. Es necesario que te quedes quieto, que te serenes. Esperemos un rato para ver como sigue esto, esperemos, nada más que eso. No quiero que esta situación, la de tu inminente desaparición frente a mí te ponga triste. Es posible que finalmente no pase nada. No digo que te vas a quedar siempre así, ni tampoco que empeores, o que mejores. No se sabe. Se siente una urgencia insoportable, pero es normal, se está perdiendo todo, bueno casi todo, el cuerpo es importante, hacemos muchas cosas con él. Durante el proceso ya

EL ABRAZO

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La mujer mira el abrazo vegetal que en el silencio de un bosque imposible, en el medio de una ciudad, establecieron dos especies ignoradas. No se conocían, no son del mismo ecosistema, no las frecuentaban los mismos pájaros ni las recorrían los mismos insectos ni las ramas se agitaban con la misma brisa, sin embargo pudieron. Se fueron acercando a duras penas pues a las plantas, a los árboles se les hace difícil buscar nuevos rumbos, solo les queda en intentar nuevas miradas, pero estas pudieron. Y la mujer, allí, perfecta en su estética humana presiente que esa otra estética vegetal es la suya, la de los imposibles derrotados. Creciendo en abrazos y en encuentros para siempre. Porque nada en la vida es para siempre salvo los encuentros. Vagamos por los días entre encuentros, aún con nuestra propia imagen en el espejo que año a año nos parece nueva por distinta la de ayer. Se aferran los árboles en su encuentro, allí en el parque que rodea al Observatorio de la ciudad de La Plata, se a

HISTORIAS DE CRONOPIOS Y DE FAMAS

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Julio Cortázar. Ilustración: Fernando Vicente/ El País Hace 50 años apareció, en la editorial Minotauro, el libro Historias de cronopios y famas, firmado por Julio Cortázar. Es decir, hace 50 años que existen los cronopios, esos seres incapaces de pisar tierra firme, líricos, absurdos, sentimentales. Ayer se realizó un homenaje al libro, con la presencia de Aurora Bernárdez, quien comentó detalles sobre la escritura de este libro fundamental. “Julio nunca se puso a escribir ‘los cronopios’. Era algo circunstancial. El iba al correo, por ejemplo, y le salía una historieta cómica, según se le iba ocurriendo. Después, con todo eso se armó el libro”, recordó Bernárdez, quien también es albacea del escritor. Historias de cronopios y de famas  es uno de los libros que mejor muestra hasta qué punto Cortázar “podía prescindir de los géneros. Escribe y basta”, dijo la especialista y profesora de la Universidad de Roma La Sapienza, Rosalba Campra. “Sus libros encierran un modo nuevo de acer